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Disfrazarse de Elsa, la reina rubia con poderes mágicos de la película de animación de Disney Frozen: Una aventura congelada, no necesariamente period la thought de algo divertido para Jeff Hemmig.
“Estaba bastante alejado de mi zona de confort”, afirmó Hemmig, de 43 años.
Pero sabía que haría feliz a su hijo Jace. Así que Hemmig, que vive en Killingly, Connecticut, se metió por los hombros un vestido que le hizo su madre, a juego con un disfraz de Elsa que había confeccionado para el nieto. A continuación, Hemmig interpretó una versión de “Libre soy” con coreografía y todo, ante la mirada de Jace.
“Le encantó”, dijo Hemmig. “Estaba lleno de alegría”.
A Hemmig no le entusiasmaba ponerse el vestido: decía que le apretaba en las axilas y lo hacía sentirse weak. Pero le encantó lo fascinado que estaba su hijo, que entonces tenía 3 años. “Ver a papá hacerlo también fue un gran momento”, relató Hemmig.
Al igual que los Hemmig, innumerables padres han hecho todo lo posible para satisfacer a sus hijos obsesionados con Elsa desde que Frozen: Una aventura congelada se estrenó en 2013 y se convirtió en la piedra angular de una de las franquicias más exitosas de Disney. Y Hemmig no es ni mucho menos el único padre que se viste de Elsa con su hijo.
Tales casos han ocurrido lo suficiente como para que el actor Jonathan Groff, la voz del personaje Kristoff en Frozen: Una aventura congelada y Frozen 2, agradeciera a los directores de las películas en un evento de 2022 por “crear espacio para que los niños pequeños se disfracen de Anna y Elsa”, las hermanas protagonistas de la franquicia.
Jacqueline Ayala llevaba cinco años trabajando como profesora de preescolar cuando se estrenó Frozen: Una aventura congelada, que se infiltró rápidamente en su clase. Según recordó Ayala, durante un tiempo solo hubo un vestido de Elsa en su baúl de disfraces. “Por eso los niños empezaron a llevar sus propios disfraces a la escuela”, dijo. “Para no tener que compartirlo”.
“Todo el mundo period Elsa”, dijo Ayala, de 38 años, que vive en Culver Metropolis, California. “Niños y niñas”.
Sus alumnos de preescolar no solo se ponían el vestido de Elsa: usaban zapatos de Elsa, calcetines de Elsa, camisones de Elsa y pelucas trenzadas como el cabello de Elsa. Los pijamas de Elsa vendidos por H&M eran un artículo especialmente well-liked en su clase.
“Hicieron cosas de Olaf para los niños”, dijo Ayala, refiriéndose al personaje del muñeco de nieve de Frozen: Una aventura congelada. “Pero no les interesaban”.
Sarah Goodier, madre de cuatro hijos en Pomfret, Connecticut, dijo que su hijo se sintió atraído por Elsa cuando period pequeño por ciertos rasgos del personaje. “Sabe disparar hielo, es hermosa y tiene la voz de un ángel”, afirmó Goodier. (Esa voz pertenece a la actriz Idina Menzel).
Algunos padres señalaron que el vestido que sus hijos se han puesto para emular a Elsa lo lleva el personaje cuando canta “Libre soy”, la premiada canción de Frozen: Una aventura congelada. Cuando Elsa canta, su atuendo cambia de un vestido oscuro y restrictivo al vestido azul hielo y vaporoso que se ha convertido en su firma.
La escena de la canción “Libre soy” es también el momento en que Elsa adopta el poder de lanzar hielo de sus manos, como Spiderman lanza telarañas. Muchos padres dicen que este poder fue lo que más atrajo a sus hijos al personaje.
Mientras Elsa canta con el vestido, parece adquirir una sensación de invencibilidad, y algunos padres describen que los disfraces de Elsa tienen un efecto comparable en sus hijos.
Jeff Hemmig comentó que, en el punto más alto de la obsesión de Jace por Frozen: Una aventura congelada se puso varias veces el vestido de Elsa para ir a Goal. La madre de Jace, Jean Hemmig, de 45 años, dijo que lo dejaban llevar el vestido en público porque “saber que confiábamos en él” ayudaría a Jace a sentirse aún más seguro de sí mismo.
Britta Shine compró un vestido para su hija de acogida, que entonces tenía 4 años y había sufrido malos tratos y abandono, como una forma para que procesara las intensas emociones que a veces sentía. Rápidamente se convirtió en su prenda favorita. Shine, que vive en Detroit y es doctora en psicología del desarrollo y salud psychological infantil, contó que su hija de acogida, que ahora tiene 6 años, se para más erguida cuando se pone el vestido. “Se siente más fuerte”, añadió Shine, de 42 años.
Meghan y Kevin Dexter, de 42 y 43 años, contaron que a su hijo le gustaba ponerse un disfraz de Elsa cuando period pequeño y jugar con amigos y familiares en el patio trasero de su casa en Richmond, Virginia. Nunca quiso ponérselo en otro sitio, pero sus padres se lo habrían permitido. “Si tuviéramos que modificar todos los comportamientos de los que pudieran burlarse los demás”, dijo Meghan Dexter, “estaríamos dictando demasiado sobre nuestros hijos”.
Rocco, el hijo de 5 años de Tammy Hart, también empezó a disfrazarse de Elsa cuando period pequeño. A Hart, de 43 años, no le importaba en absoluto, hasta que Rocco le preguntó si podía llevar el vestido a su escuela en Brooklyn.
Hart no quería poner a Rocco en una situación que pudiera desembocar en acoso escolar. Así que negoció con él: Rocco podía llevar el vestido al colegio en una mochila, pero no podía sacarlo de ahí. El día que Rocco lo llevó al colegio, cuando Hart llegó esa tarde para recogerlo, reconoció a un niño en el patio que llevaba puesto cierto disfraz.
“Rocco estaba libre como un pájaro con el disfraz de Elsa”, explicó Hart. “Me dije: ‘OK, esto es lo que hacemos’”.
Ella y muchos otros padres dijeron que, a medida que sus hijos han crecido, su fascinación por Elsa se ha enfriado.
Goodier contó que su hijo, que ahora tiene 11 años, se pasó a Pokémon y ahora le interesa la música. Los Hemmig dicen que a Jace, que ahora tiene 9 años, le gusta el arte, la música y Demon Slayer, una serie de manga japonesa. Y estos días Rocco está más interesado en la moda.
Ayala, que ahora tiene su propio centro preescolar, dijo que los niños de su clase han empezado a emular a un nuevo personaje de Disney: Mirabel, de la película Encanto. “Canta mucho y tiene unos anteojos y un cabello preciosos”, expresó Ayala.
Muchos chicos acuden a su colegio con anteojos como los de Mirabel, añadió. Cree que eso no ocurriría de no ser por Elsa.
“Tuvo un gran impacto”, dijo Ayala. “Cualquier cosa que tuviera la imagen de Elsa, estaba por todos lados. Y los chicos también la usaban”.